jueves, 19 de enero de 2012

Un cuento de corte gótico



“De Insomnios y Vampiros”

Escrito por: Miguel Alexis López Segurajáuregui
Primer Concurso de Literatura Gótica "Black Wear" de Morelia, 2004 


Fata viam imvenient


Definitivamente me ha sorprendido que los surcos de tus huellas no se hayan evaporado de mi vista... como fieles fantasmas que perpetúan su devoción por la inmovilidad del tiempo y la efímera versatilidad del espacio, me encontraste observando aquellos surcos que con el abrazo cenizo de medianoche se estampaban a cada paso que dabas.

Descalza como una niña de primeros suspiros, de grandes ojos vacíos como cavernas de aguzadas estalactitas, sentí tu aliento tan cálido desde el corredor, que no me digné a encender las brasas, guardianes inmutables de mis noches de soledad; querubines de ennegrecida tez bailando al unísono, soltando de vez en cuando una que otra sonrisa de fuegos y chispas.

Recuerdo vagamente el reflejo inquieto de aquel astro que recalcitrante condena al cadalso la tibia corona de entre sus rayos, iluminando tus manos habidas de un limbo azul deseoso de mecerse entre las sábanas de la muerte... entiendo que no habiendo sido invitada, tu esperpéntica aparición quizá te haya colmado de sempiternos alaridos cargados de siniestras...

 ... pero bienvenidas intenciones.

¡No entiendo siquiera porque te sigo hablando! Pero...

Si acaso por error o impertinencia me hablases de ti, cambiaría en la medida de los azares mi opinión, en esta funesta estadía.

Detente... No lograrás na... ¿Qué crees que estás haciendo?

No veo la necesidad de tomar una resolución tan...

Además, tus manos conservan los temidos hielos del norte y por si no te has dado cuenta, están comenzando a emigrar de forma alarmante alrededor de mi cuello; Espero que la cálida cúpula de mi gaznate no derrita tus yemas impacientes por…

¿Sabes? Estoy pensando que no fue simple coincidencia que te...

... Que me hayas encontrado.

¡Ignoro si me estás haciendo caso o simpleme...!

... ¿Cómo es posible que ahora me encuentre inmóvil como el coloso de Rodas, en un puerto que ahora observo es mi oscura, polvorosa e inerte alcoba? Oh, ya recuerdo; me he atrevido a inhalar ése gentil néctar escarlata que lucha por escapar de tus ígneos y afilados labios.

Haz encendido las brasas. Es extraño; desde la estancia puedo ver las llamas empalar tu silueta, pero su color es frío. Su movimiento es frío. Violeta, azul, amarillo… las chispas desprendidas retumban en mi cabeza. Las escucho claramente. Son intérpretes obstinados, son obstinadas disonancias que intentan nublar mi juicio. 

Así como una impertinente araña desciende en caracol la triste soga que sostiene la nada de un pozo olvidado por generaciones, fuiste acechando mi árido cuello; testigo de la soledad consciente en una esquina de mi dormitorio... esperando por el crujir de mis vértebras.

Tu abrazo gélido me ha dejado sin fuerzas. Siento como si fuera la última lágrima de un desdichado, resbalando por todo su cuerpo. Yazgo a estribor de esta mullida cama que no ha podido ser corroída en pena por el escaramujo de las mareas nocturnas. Ni el mismísimo acreedor, bien llamado dueño, Rey de las profundidades, hubiera dado permiso a esta marea roja invadir sus dominios... y mucho menos abrirse paso por mi brazo derecho, pregonando durmiente a las faldas de mi sanctum sanctorum que siento desangrarse sin remedio.

Tú eres...

Desgraciada, puedo ver tu cruel imagen reflejada en el receptáculo formado con mi elixir particular. Todavía me quedan fuerzas…

Eres de quien todos han hablado, contado, incluso soñado en vívidas partituras de locura y desquicio.

Eres la semilla de ultratumba que germina en el cuello de los cinco continentes; viajero independiente del alma u obra ennegrecida o iluminada de los entes humanos... centinela inmortal vestido de eones, ataviado de eras, versado en pasiones, solitario fantasma a la luz de las velas…    

¿Qué importa? No es posible que este riendo y agonizando al mismo tiempo. Me has dado el temido y maldito honor de probar mi propia sangre; ahora me doy cuenta por que les gusta...

... tiene ése aroma a sufrimiento...
                                                    ... ése sutil comienzo a melancolía...
                                                                                                 ... y ése amargo final bermejo...

Puedo dejar de vociferar en mi interior que te he visto antes. Ahora lo sé. Sí. La duda muere.

No puedes ocultarlo ya… somos uno para el otro. Viejo antifaz.

Ese andar delicioso como las sombras proyectadas por las hespérides, inmaculadas de finos frutos prohibidos. 

Esos pechos tan pesados como dos plumas de algún ser fantástico, que no saben regresar del horizonte de las caricias por que simplemente... se han perdido.

Incluso el silencio de tu mirada rompe en estruendo tu enigmática figura, balanceándose como macabras agujas del reloj. Ya no más. Viejo antifaz.

Jamás Dédalo hubiera podido edificar el laberinto en el cual tu lengua buscaba ardientemente, el último indicio de vida de un tal minotauro casi cercenado por la avaricia grotesca de tus almendrados dedos. ¿Acaso buscabas el carrete y la aguja para plasmar en carne propia el bello y cercano encuentro de tu piel y la mía?

Yo también te extrañaba...

Ahora, termina lo que has comenzado de una buena vez. El éxtasis de tu masacre me ha cautivado, no sé si gritar o guardar un tétrico silencio.

Al parecer, los surcos de tus huellas no han desaparecido... de mi mente.

¿Cuándo podré conciliar el sueño?

Sucedió de repente... como si una extremidad invisible tutelara la botadura del fin de mis días... 

Las copas de los árboles golpean el tosco cuerpo de las carcomidas ventanas, mudos testigos de los años que perduran entre los atardeceres de la aurora boreal y los cometas que a su paso eclosionan en precisas y solemnes convulsiones... mejor llamados recuerdos. Pero no recuerdo nada.

Las brasas se están apagando… las últimas chispas despedidas al infinito pronto se toparán con su féretro invisible, engulléndolo todo a su paso.

Sin embargo, otro escenario me devora por el momento… 

Si supieras el magnánimo boceto que veo plasmado en el marco de finos grises de tu espalda, reflejada en suaves baños sombreados y hundiéndose en mis sábanas como arenas movedizas, creerías que no lo había notado antes; y es verdad.

Cada ápice de tu cuerpo me resulta irresistible… de pronto, me he transformado en el mítico guerrero enloquecido por los misterios detrás de la cabra con mil crías; como si la delgada túnica de tus brazos entrelazados en jugosos racimos de terciopelo, se hubiesen tornado en digno contrincante de las maravillas inusuales del extraño pensamiento de los humanos.

No puedo más... a cada paso que mis ojos galopan, irradian una sed de sangre incontrolable que lucha por reventar mi corazón.  

Mirarte es más que una tortura... pero es inevitable observar tu silueta dibujar los primeros copos de invierno que caen dudosos, envenenando el aire de esta tan corta distancia entre tus carnes y... las que por desgracia no reconozco como legítimas mías. 

¿Qué me has hecho? ¿Por qué simplemente recordar los atributos del vino me resulta invariablemente en el más horripilante bacanal de espectros para mi espíritu?

Dudo que haya sido suficiente algo de cloroformo y unas oxidadas vías del ferrocarril...

Maldita suerte tienes...

¿Qué colmillos te habrán cobijado en su cuna memorial justo antes de...?

Estoy hablando solo. Claro; como si fuera extraño para mí. Y qué ironía... debía quitarte la vida pero hela, rapaz sin pensarlo siquiera dos veces, me ha convertido en un muerto errante junto con ella.

Dos engañosas carcasas que han vagado por cientos de años... y sin embargo, no se han movido del lecho de la creación. El precio tal vez de la eternidad corpórea y la brevedad espasmódica del alma.

Se acerca el amanecer... que noche más delgada nos ha arrobado estás últimas horas.

Las ánimas de mi niñez se han mudado junto al alba... y ése terror me está asfixiando.

¡Despierta, el segundo invitado ya se ha comenzado a escurrir por entre las cortinas!

Estás...estás... pero ¿Cómo es posible?

Los vampiros no pueden morir; esto es absurdo, es una farsa, una blasfemia de la lógica racional, una ofensa de la vorágine de los ignorantes.

Ni los más viles tormentos ni las más tormentosas delicias de la carne me pueden privar de conservar a la progenitora de mi oscuridad, de mi destino. ¿Acaso ya habías tramado una segunda venganza?

Solamente drenaste el mana corrupto de mi antepasada vida que juraba vengarse de ti.... Incluso después de que mi corazón se convirtió en cenizas... en cenizas.

¡No puede morir el autor de mi sufrimiento!

“... Y así fue como el alma que había nacido y muerto en esas eternas horas, volvió a nacer y morir para encontrar su fin en brazos de su amada, quien juró vengarse de su amado que a su vez... como si de un espectro se tratase, no podía conciliar el sueño...”

FIN