“QUINCUNCE: PUNTO DE CONVERGENCIA DEL
UNIVERSO MESOAMERICANO”
Martha
Tania Fulgencio Peña
El
concepto de los cuatro elementos primordiales unificados por un centro:
“quincunce”, constituye el núcleo del
pensamiento náhuatl y determina la manera en que el hombre teotihuacano concibe la realidad.
Todo
su entorno está conformado por un punto central del que se desprenden otros cuatro.
A partir de este esquema se desarrollan el orden cósmico, la planeación de las
ciudades, la construcción de los templos, edificios, etcétera. Este elemento no
sólo se utiliza para delimitar, ordenar y unificar el espacio, sino que también
se manifiesta de diversas maneras en la cotidianeidad de los seres humanos, y por
medio de un lenguaje de símbolos, puede representarse, con múltiples
variaciones, como el punto de convergencia que une el cielo con la tierra, la
estrella de la mañana, que corresponde al planeta Venus, o bien, ser el emblema
del sol del movimiento.
Imaginemos que este punto de encuentro
se mantiene en constante movimiento y es generador del devenir del hombre y del
mundo; además establece los polos opuestos que conforman ciclos, como la vida y
la muerte, el arriba y el abajo, el día y la noche… Es un símbolo que equilibra
los elementos contrarios para que exista la armonía en el universo y el ser,
pues en el mundo teotihuacano ningún elemento es dejado al azar, todo está
minuciosamente calculado.
Éste
símbolo se empleó en las representaciones escultóricas de los dioses, en la
arquitectura, en la pintura mural y de la cerámica. El hombre de la Tollan trasladó esta idea a la
práctica, materializándola, como ya mencionábamos, en sus creaciones artísticas
o en la disposición de sus ciudades, no sólo como elemento ordenador, también como
unificador de la cultura, donde ya se habían desarrollado desde el periodo
arcaico la religión, las ciencias y las artes, conformando la base de todo su
pensamiento.
Podemos
suponer que el hombre de esta época alcanzó un nivel de conciencia elevado, ya
que dotó de gran significación lo que hoy día pasa desapercibido ante nuestros
ojos, como el entorno circundante, el nacimiento o muerte de un ser humano, incluso
el propio ser, conformado de materia y espíritu en la proporción adecuada. El
hecho de cuestionarse ¿qué es el hombre?, ¿por qué existe?, ¿cuál es su papel
en el universo? Implica que desarrolló un pensamiento complejo, porque desea
encontrar el sentido de la vida y descubrir qué hay después de ésta…
¿Por
qué este hombre antiguo se convirtió en filósofo? ¿Habrá tenido la necesidad de
justificar su existencia minúscula ante la magnitud del universo?, y ¿Cómo se
habrá divisado en perfecto equilibrio después de la muerte, elevando su
espíritu hacia el cielo o devolviendo su cuerpo a la tierra a donde pertenece?,
¿Será este centro el lugar de la trascendencia espiritual de la existencia?, ¿el
sitio al que se va después de la muerte?, donde no sólo se ordena el cosmos,
sino también el hombre, como parte del engranaje que permite que todo funcione adecuadamente.
¿Será el quincunce el artífice del cosmos y el
equilibrio al que todos aspiramos trascender?
REFERENCIA:
SÉJOURNÉ,
Laurette. Pensamiento y religión en el
México antiguo, Ed. FCE, México, 1957, pp. 91-142.
Tania, muestras claridad en tus ideas a través de este trabajo. Como observación te diré que nos quedas a deber, porque pudiste desarrollar un poco más y valerte de citas para respaldar tus ideas. Bien por anotar la referencia.
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