lunes, 5 de marzo de 2012

Simbología Náhuatl - Por Ilse Villanueva


“Símbolos… Y así fue que conocí a la cultura náhuatl”
-Ensayo-

 Ilse Araceli Villanueva Calderón

Universidad de Morelia A.C.
Lic. en Historia del Arte
Asignatura: Arte Prehispánico de México
LHA. Ireri Ortiz Silva
 
Puedo afirmar con toda seguridad que en casi en todas o por lo menos en la mayoría de las culturas, no solo de antaño, sino también actuales; existe una serie “objetos” expresados de múltiples maneras, que van desde el lenguaje, la escritura, las acciones cotidianas, las imágenes y en sí, todo medio de comunicación; que tienen un significado que cada sociedad les otorga dependiendo de su contexto socio – histórico, llegando incluso a ser universales. Todos estos son los llamados, símbolos.
Por mencionar un ejemplo de esto, en México cuando una persona viste de negro generalmente simboliza que está de duelo, en cambio en China el color blanco es el que hace referencia a este estado. La imagen o incluso la propia paloma, universalmente hace referencia al valor de la paz.
Con esto quiero mencionar, que cada cultura tiene su muy particular forma de expresar algún sentimiento, acción, esencia, tradición, fecha o lo que sea; por medio de símbolos. El uso tan recurrente, hace que se universalicen y lleguen a formar parte de la simbología de más de una cultura. El porque de esta utilización es un gran dilema o por lo menos lo es para mí. Me parece que el vocabulario es suficiente para expresar todo tipo de cosas sin necesidad de utilizar algún objeto que evoque a lo que se quiere decir. Quizás estas personas tiene sus propias razones por las cuales no exteriorizar directamente tal o cual cosa, una de ellas pudiera ser que el símbolo le un énfasis que probablemente no pudiera expresarse de manera oral. O tal vez, la propia cultura obligue a utilizarlos; no lo se a ciencia cierta.
Para adentrarnos al tema de la simbología propiamente náhuatl, en primer lugar debe de mencionarse que está expresada solo en sus manifestaciones artísticas; y si alguna vez fueron símbolos de tradición oral, se perdieron; solo dejándonos con algunos vestigios materializados de estos.
Esta cultura florece en Teotihuacán, que es de las más representativas e importantes del periodo clásico, tiene sus orígenes en Cuicuilco, misma que se desarrolló en los albores del preclásico. Algo enteramente característico es que “Teotihuacán […] posee una secuencia continua, que, desde el Arcaico, llega progresivamente al más puro clasicismo”.[1] Lo que hace tenga no solo una tradición, lenguaje, religión, estratificación social, técnica artística y constructiva ya establecida y perfeccionada; sino también un sistema simbólico bastante desarrollado basado en su visión del mundo con marcada influencia ritual – religiosa.
Ahora bien, el simple hecho de buscar la palabra “simbología” en mi diccionario interno, hace que inmediatamente la relacione con el arte náhuatl, y más aún con los jeroglíficos que constantemente lo enmarcaban, o sencillamente en sus códices. Lo cual es bastante lógico, porque el simple hecho de utilizar la escritura implica el uso de símbolos. Pero los teotihuacanos al parecer, hacían un esfuerzo desmesurado y tenían un gran interés en el aspecto simbólico fuertemente arraigado a su cosmovisión.
Con esto me refiero, entre otras cosas; por ejemplo al elemento de la dualidad (cabe mencionar que esta concepción se da en todas las culturas mesoamericanas) expresado sobre todo en la figura del Quetzalcóatl, una serpiente emplumada. Al hablar de un animal rastrero, nos remitimos directamente a la tierra, a lo mundano. Y la existencia de plumas, nos hace pensar en algún ave que obviamente está en constante vuelo. A su vez estos dos conceptos: tierra y ave, son otros dos símbolos con una abstracción más elevada. Para los teotihuacanos la tierra era considerada la materia tangible, y el pájaro estaba asociado al cielo, “el Quetzalcoátl es entonces el signo que contiene la revelación del origen celeste del ser humano”[2].
Actualmente, para muchas culturas el concepto del “cielo” hace referencia a una especie de paraíso hacia donde van dirigidas las almas benefactoras en el mundo terrenal, y en caso contrario, estas van en dirección al inframundo.
Menciono esto, porque la cultura náhuatl tenía una concepción parecida, la única diferencia es que las almas no se quedaban estáticas para siempre en alguno de los dos mundos no terrenales; sino que era un constante ciclo, un eterno retorno. Y a todo esto, es lo que deviene la representación entre la unión del cielo y el inframundo; creando una fusión perfecta en el centro.
Es precisamente ese el último tema que me parece pertinente tocar, el concepto del “centro”. Para los náhuatl, como ya se mencionó siempre existían los contrarios; pero ninguno de los dos era perfecto o completo. La fusión de estos elementos era lo que hacía posible el orden del universo. Y esto se puede entender en términos coloquiales, en una balanza sino hay un sustento intermedio, sencillamente no hay un equilibrio, y ninguno de los dos tiene algún peso, sencillamente no existen, hablando metafóricamente.
De igual manera ocurre con los teotihuacanos, sino hay un centro que regule a los elementos opuestos, de cualquier tipo; se pierde el equilibrio del universo.
Todos estos conocimientos acerca del mundo náhuatl, se han podido lograr gracias a numerosos y arduos trabajos de investigación de la simbología expresada en su arte principalmente. Quizás en algunos miles de años, haya habido una decadencia de la cultura actual y estudiosos de ese futuro lejano quieran estudiar nuestros rasgos característicos y sobretodo nuestra concepción del mundo. Se encontrarán en el mismo lugar que nos encontramos con respecto a las culturas prehispánicas. Toda expresión del lenguaje, está basada en símbolos, no se cual sea la razón; pero se que siempre existirá en todo el mundo la necesidad de representar conceptos por medio de estos.
No estoy segura de que sea una reacción innata, o sencillamente una herencia que nos dejaron nuestros antepasados; quizás valdría la pena analizarlo, mientras tanto… Hoy se que así fue que conocí a la cultura náhuatl, gracias a sus símbolos.
REFERENCIAS
SEJOURNE, Laurette. Pensamiento y Religión en el México Antiguo. Ed. Fondo de Cultura Económica. México. 1957.


[1] SEJOURNE, Laurette. Pensamiento y Religión en el México Antiguo. Ed. FCE. México. 1957. p. 92.
[2] SEJOURNE. Ibid. p. 96.
 

1 comentario:

  1. Muy bien Ilse. Buen ejercicio de las ideas plasmadas en tu escrito.
    Ojo! si hablaremos en primera persona del singular o tercera del plural, decidir y usar solo una.

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