viernes, 10 de febrero de 2012

Sandra G. Lara Velázquez.

EL MITO, COLUMNA VERTEBRAL DE LAS CULTURAS MESOAMERICANAS.

Para poder referirnos a las antiguas culturas mesoamericanas, es necesario hacer una reflexión de todos sus elementos, no sólo de sus manifestaciones objetivas sino también de pensamiento, puesto que allí entre sus curiosidades yace un trasfondo filosófico sumamente refinado que estructura una compleja concepción del mundo y del universo que este habita.
         El mito, es esta columna vertebral que el hombre pone en píe para, a partir de ella crear una identidad, una explicación de su repentina aparición en este mundo incierto, lleno de fenómenos a los cuales, él más tarde nombraría como dioses. Sin embargo, el mito debe ser digerido, asimilado como una verdad, sabemos que esto no sólo ha ocurrido en las culturas precolombinas, sino en todas las que han existido en el mundo a lo largo de la historia. Cuando ya establecidas gozan de cierto sustento y pueden darse a la oportunidad de desarrollar sus aptitudes mentales, y entonces, el mito es el elemento fundador de estas. Conforme el raciocinio se sustenta en sucesos lógicos a través de la observación y experimentación, el mito pierde credibilidad, pero a pesar de ello, el carácter tan particular que se desarrolla gracias al mito inicial, no se pierde, caracteriza y redefine a la cultura de la que surge.
La creación de los mitos está dada en la propia naturaleza del hombre, mientras pueda basarse en otras opciones menos poéticas y fantasiosas, después de todo, la mente y más en forma colectiva, es capaz de desarrollar una creativa genialidad para buscar respuesta a todos sus cuestionamientos. Miguel León Portilla lo define en su artículo MITOS DE LOS ORIGENES EN MESOAMERICA del siguiente modo;
“Los mitos, en cuanto relatos fundacionales, tienen una amplia gama de presencias y resonancias en el contextos del todo social de una cultura. Conservan, así, estrechas relación con la visión del mundo, creencias y prácticas religiosas, concepción del propio ser histórico, cómputos calendáricos, valores morales, aprecio o rechazo ante determinados aconteceres y realidades. Tal es, de modo muy especial, el caso de los que cabe llamar mitos de los orígenes, es decir, de aquellos que versan sobre la creación, aparición o restauración del mundo, los cuerpos celestes, los seres humanos, los animales, las plantas y aquello que en particular constituye el sustento de hombres y mujeres”


 Partamos entonces desde esta perspectiva, para hacer un breve análisis del mito en el mundo mesoamericano, así como de los elementos más importantes dentro de este.
COSMOGONÍA.
El hombre mesoamericano tenía la idea de que el universo consistía en dos secciones; el cielo y la tierra. Que a su vez cada una de ellas, poseía los cuatro puntos cardinales y un sólo centro convergente entre ambos planos. Lo cual daba resultado a nueve áreas en el universo.
         Este modo de ver el cosmos tiene ya un principio dual, que se relaciona con la pareja creadora. Sin embargo, después de un cierto periodo de maduración cosmológica por así decirlo, el hombre añade a su plano del universo un tercer elemento, que es el inframundo.
Posteriormente esta visión será modificada por los nahuas, a partir de un mito que explica que en el vasto espacio había un monstruo con apariencia de reptil, que los dioses creadores seccionaron en varias partes: la cabeza se convirtió en los trece cielos, la parte abdominal correspondió a la tierra y su cola se partió en nueve inframundos. Este gigantesco reptil fue colocado verticalmente, desde la cabeza hasta la punta de la cola, los mundos seguían teniendo sus cuatro direcciones y un punto único central. De esta división, los dioses ocupaban un sitio específico y sus papeles correspondientes. Y las fuerzas del arriba y del abajo entraron en dinamismo, provocando en la tierra la mecánica del movimiento y el estatismo, la vida y la muerte, el equilibro y el desequilibrio.

QUETZALCOALT.
         La eminente presencia de Quetzalcóatl en el mundo mesoamericano es de suma importancia, se dice que esta deidad se desempeñó por todo el plano mitológico (anteriormente explicado). Según “La Leyenda de los Soles”, dice que el Sol había amenazado con quedarse inmóvil, entonces Quetzalcóatl le tiró una flecha para ponerlo en movimiento, pero falló el disparo, y al contrario, el Sol logró flecharlo a él. Entonces Venus, se verá condenada a caer desde la parte más alta del cielo, hasta ahogarse en la profunda obscuridad.  Transfigurada en Xolotl, el perro nocturno que lucha contra las fuerzas de las tinieblas, logra alcanzar la victoria al subir en forma de luz hasta el firmamento, como la estrella matutina. El comportamiento de este cuerpo celeste, que se eleva y desciende, es análogo a la dualidad, victoria y condena, luz y tinieblas alternamente.
         Se dice que, tras haber sido cuatro veces creado el mundo y cuatro veces destruido por cataclismos, los dioses exigían la presencia del hombre en la tierra. Entonces Quetzalcóatl descendió hasta el noveno inframundo y robó los huesos de los antiguos moradores de la tierra. Para crear a la humanidad con los restos, Quetzalcóatl se hizo una herida en el miembro viril, para derramar sobre ellos la sangre que manaba de él.
LA DUALIDAD.
La concepción dicotómica de los pueblos mesoamericanos, tiene origen en el funcionamiento de las fuerzas de la naturaleza. Los dioses representan dichas fuerzas, que se encuentran en constante rivalidad, sin embargo, son estas las que ponen al universo en funcionamiento. Existe en la cosmovisión mesoamericana, la idea de que toda creación del universo y de los demás dioses, tuvo inicio gracias al Ometeotl .Reflexiona al respecto José López Portillo en su libro QUETZALCOATL:
“Ometeotl, dios de la dualidad o dios dual, el cual habitaba el último cielo, el Omeyocan, el lugar de la dualidad. Ahí todos los impulsos contarios se volvían en su persona uno; los                      opuestos se unificaban y todo rostro o toda cosa tenía un doble sentido: bueno-malo, negro-blanco, hombre-mujer […] Este concepto de dualidad se extiende, partiendo de Ometeotl, hacia los atributos de los otros dioses, de ahí que el carácter general de las deidades sea contradictorio. Ejemplo de ello es Tezcatlipoca quien siendo sembrador de discordia, figura a la vez como confesor y perdonador de malas acciones: como Espejo Humeante deforma las imágenes al mismo tiempo que puede reflejarlas en su perfecta verdad […] Ometeotl es el concepto religioso que piensa el origen de todas las cosas como un solo principio dual: Ometeotl, el autoengendrado, es visto como Ome-tecuhtli (Señor Dual) y Ome-cihuatl (Señora Dual); el ser masculino que actúa y el ser femenino que concibe. Generación y Concepción son las fuerzas creadoras. 

Lo anteriormente citado nos indica que el universo fue impulsado por una fuerza primaria, ejecutada por el Dios Dual, que a través de voluntades contrarias logró romper con la estática que impedía la existencia, y fue este impulso el que dio funcionamiento al universo, que a partir de entonces opera cíclicamente. Entonces podemos entender que a partir de esta auto-recepción, todo lo que esté dentro de esta dinámica es inferido ya por la naturaleza de esas fuerzas, que mantienen el funcionamiento de este sistema contradictorio. Podemos atrevernos a decir que no existen dioses ni hombres totalmente buenos o totalmente malos, sino que en ellos está contenida la esencia del movimiento original.
Nada es seguro, nada se le está dado al hombre en la tierra, todo es un acontecer de la constante lucha entre las entidades divinas. Sólo una cosa está predeterminada en el destino humano, y es la revolución de los astros. Como lo explicara Paul Westheim en su libro Arte antiguo de México; “El hombre no configura su propia vida: es vivido por aquellas fuerzas sagradas”.

EL JUEGO DE PELOTA.
         Como ya se había dicho anteriormente, los humanos sólo eran espectadores de las batallas entre los dioses del cielo y del inframundo. El juego de pelota será la vívida representación de las fuerzas suscitadas en el cosmos. Los sacerdotes le daban un carácter ritual a este ejercicio.
         El espacio dado al juego de pelota, se ha encontrado en diversas regiones del mundo mesoamericano, relacionados con templos ceremoniales.

LA MAGIA.
         El único elemento del cual puede valerse el hombre mesoamericano ante las fuerzas suprahumanas, es el de la magia.  Según Paul Westheim, los dioses son inherentes a las consecuencias que desencadenan sus luchas. Digamos por ejemplo, que se trata de fuerzas que siempre están interactuando en el plano terrestre, cada una poseyendo una potencia distinta (positiva y otra negativa), careciendo de un juicio propio, es decir, desprovistas de maldad o benevolencia. Se trata sencillamente de fuerzas inherentes a los aconteceres humanos. Sin embargo, estos últimos desarrollaron un modo de influir entre estas energías para ser aprovechadas y dispuestas a su conveniencia.
         El ritual mágico permite, por así decirlo, inferir directamente con las fuerzas ocultas, las capacidades humanas de aquellos hombres no conocían el límite entre las cosas físicas y las inmateriales. Se llega a suponer que en la antigüedad los rituales no eras propiamente un acto de benevolencia para los dioses, sino mas bien como un trato entre  humanos y deidades.
EL SACRIFICIO.
         Para los antiguos nativos no había otra cosa más importante que la preservación de los suyos, en su interior tenía presente la filosofía de preservar el mundo. Es por este motivo que el sacrificio se vuelve tan importante en sus prácticas de culto. Los dioses debían ser alimentados para que la dinámica no se viera afectada, entonces el hombre adopta la condición de entregarse a esta causa, después de todo, la vida es un estado transitorio en la existencia, él no posee un ser como tal, al menos no desde una perspectiva occidental, la muerte no representa más que el inicio de la vida. Por este motivo era importante que sus dioses fuesen renovados constantemente, para no envejecer.   
LA GUERRA.
         El carácter guerrero es otro elemento importante en la concepción mesoamericana, Paul Westheim lo describe del siguiente modo;
“También la guerra, que desempeña un papel tan predominante en la imaginación y en la vida de los pueblos del México antiguo, es de origen mágico. El corazón y la sangre del guerrero valeroso eran el alimento preferido de los dioses, el de mayor eficacia mágica. El sacrificio del prisionero guerra no era ni castigo ni difamación, ni condena como criminal de guerra, sino una distinción y un alto honor”.  
Las antiguas culturas mesoamericanas desarrollaron una visión minuciosa y sofisticada respecto al universo a partir de la estructuración de un mito, la capacidad de abstraer a través del arte las entidades que en el habitaron es una muestra tangible del nivel de percepción tan elevado que poseyeron, que aún en nuestros días sorprende tanto.  
         Su filosofía me sugiere la constitución de un organismo que opera mecánicamente a partir de fuerzas caóticas que se estabilizan y hacen funcionar todo el sistema a partir de fuerzas contradictorias, que a pesar de tener la misma naturaleza, surgen a partir de un punto original, iniciador del ciclo de la existencia del todo.                            
FUENTES.
WESTHEIM Paul, Arte antiguo de México, Ed. Biblioteca Era, México 1997.
LOPEZ PORTILLO, José, QUETZALCOATL, Ed. Chapultepec, México 1979.
LEÓN-PORTILLA, Miguel, Mitos de los Orígenes en Mesoamérica, Vol. X, n° 56, Revista de Arqueología Mexicana, México 2002.

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