“El
Mito Mesoamericano”
-Ensayo-
Ilse Araceli Villanueva Calderón
Universidad de Morelia A.C.
Lic. en Historia del Arte
Asignatura: Arte Prehispánico de México
LHA. Ireri Ortiz Silva
INTRODUCCIÓN
Para
hablar del cualquier mito, lo primordial sería saber qué es exactamente. Por su
raíz etimológica, proviene de mithos que
significa “cuento”, y por esto se entiende que no es más que un relato de tipo
ficticio. Sin embargo, su objetivo va más allá de la simple recreación; el mito
es por excelencia la historia que relata el origen de algo, el porqué de las
cosas.
Todas
las culturas de antaño, en donde el hombre comenzaba a descubrir una serie de
fenómenos que ocurrían a su alrededor y que hasta cierto punto le causaban
temor, sorpresa y sobre todo curiosidad; tratan de explicarse todos estos
hechos precisamente con un relato de este tipo.
Incluso,
en la actualidad hay una serie de relatos fantasiosos que grupos masivos de
personas creen, ya que la ciencia no puede contestar a todas sus preguntas y el
hombre siempre ha tenido la necesidad de saber su propio origen así como el de
las cosas que le rodean; así que llenan ese vacío existencial con una historia
de tipo fantástica. Me estoy refiriendo a las distintas religiones que han
prevalecido a lo largo del tiempo, como por ejemplo el cristianismo o el
hinduismo; las cuales tienen su propio mito sobre el origen de las cosas.
Quizás muchas personas no estén de acuerdo a esta afirmación sobre sus
creencias particulares, pero manteniendo un juicio al margen de cualquier dogma
de fe; se puede decir concretamente que esos relatos sobre la creación no son
más que mitos.
Y
saliendo de temas controversiales y entrando propiamente al fin de este ensayo,
se dará un vistazo a las generalidades del mito mesoamericano; y emitiré un
juicio propio del mismo, basándome en una concepción contemporánea.
Será
un breve ensayo, donde no pretendo agredir o enaltecer ni al objeto del mismo,
ni a los lectores. Solo espero sea del agrado de quien desee leerlo.
EL MITO MESOAMERICANO
Algo
característico de la región de Mesoamérica, es que durante toda su historia,
fue ocupada por múltiples culturas; que como tales… Poseían una propia lengua,
indumentaria, estratificación social, tradiciones, etc. Sin embargo no se puede
hablar de “propiedad” o “individualización”, ni siquiera del concepto
“autóctono”; cuando se habla del mito.
Todos
los rasgos mencionados anteriormente (a excepción de mito, claro) son característicos de cada cultura, y los
pertenecientes a estas son realmente celosos con cada uno. Con esto me refiero,
por ejemplo; a que un otomí nunca utilizará o combinará indumentaria, dialecto
o tradición tarahumara o rarámuri, hablando de etnias actuales. En épocas
prehispánicas a pesar del constante
contacto de una cultura con otra, debido al comercio incesante que reinaba en
esos tiempos; tampoco se dio un intercambio cultural por lo menos en los
aspectos mencionados.
Pero
como ya mencioné, no ocurrió de la misma manera con el mito; es por eso que generalmente
se le conoce como mesoamericano y no como “el mito maya” o “el mito azteca”, por
ejemplo. “(…) hay mitos, como el origen
de los seres humanos, que se representan de formas distintas en diferentes
lugares de Mesoamérica”.[1]
Es notorio que hubo un gran sincretismo en estos relatos, donde la
presencia del dios era la más importante.
Y
menciono esta presencia porque era a veces lo único que cambiaba de región a
región, el dios. Aunque no precisamente, porque sus características eran
iguales o muy similares; lo que realmente era diferente, era solo el nombre con
el que se le conocía. Pero algo más curioso, es que el nombre cambiaba por la
lengua que se usaba en cada lugar; porque al momento de traducirlo, significaba
lo mismo en tal o cual cultura.
“Así que los dioses circulan en
Mesoamérica. Aun cuando son figuras tribales emblemáticas, no se acantonan en
el estrecho límite de un pueblo o una región”.[2]
Duverger
no pudo haber hecho una afirmación más acertada que esta, porque es exactamente
así; los dioses con distintos nombres, iban de lugar a lugar (hablando de
manera figurativa). Por lo que puedo decir que eran dioses viajeros.
Con
mi poca experiencia teórica, realmente no he llegado a descubrir cuál fue la
razón por la que el panteón y el mito de las culturas mesoamericanas se hayan
fusionado de una manera tan interesante, y no así otros elementos como la
lengua o las costumbres. Ese quizás sea un enigma que me acompañe por un tiempo
hasta que decida hacer una investigación más a fondo sobre este tema.
Ahora,
dejando atrás mis dudas existenciales; y tomando de nuevo el hilo del
papel fundamental del dios en el mito. Para
el hombre mesoamericano, el origen de todas las cosas proviene de precisamente
de una divinidad. Es decir, una deidad suprema que tenía la capacidad de
procrear alguna u otra cosa.
Cada
dios tenía su rol específico, para los mesoamericanos las creaciones más
importantes de los dioses fueron: los seres humanos, el calendario, la
escritura, el sol, la luna, la tierra y el maíz. Y a los dioses respectivos,
era a quien más rendían tributo, aparte de que el mito de cada uno de éstos;
solían ser los más elaborados.
Un
punto importante que vale la pena señalar, es que el fuego era también una de
las creaciones más significativas; y tenía una fuerte relación con el sol.
Incluso en algunas culturas, el dios del sol y el del fuego eran el mismo. Y su
estrecho vínculo se puede explicar en un fragmento del libro de Krickeberg: “(…) el sol (…) había despertado a la vida
por la creación del fuego”.[3]
Entonces se llega a la conclusión de que se creía que a partir del fuego,
es como se crea el sol.
Todo
esto es una eterna procreación, ya que a partir del concebimiento de alguna
cosa, se crea otra y así sucesivamente con todas aquellos fenómenos que para
los hombres de esos tiempos; no tenían explicación.
Otro
aspecto importante con respecto al mito, era el objeto de este; mismo que tiene
semejanzas con la mitología de la mayoría de las culturas del mundo, hablando
de tiempos antiquísimos. Me refiero pues, a que lo que generalmente se trataba
de explicar a través de estas historias; eran fenómenos y elementos naturales.
Como por ejemplo: la lluvia, el agua, el cielo, las plantas, los animales, la
fecundidad, el universo, etc.
El
mito es una respuesta que el mismo hombre se da a sus preguntas, pero… ¿Por qué
es que surgen éstas? Por la observación y como consiguiente por la necesidad
innata de saber el porqué de cada cosa, puedo decir que eran una especie de
filósofos; la única diferencia es que ellos si encontraban sus respuestas en
estas fantásticas narraciones y no divagaban infinitamente.
Y el
asunto más importante que me parece tocar, es el de la dualidad tan marcada que
existía en las culturas prehispánicas y que queda totalmente plasmado en su
mitología. Pues para cada protagonista, tenía que haber un antagonista; un
contrario. “En Mesoamérica (…) los
contrarios se complementan mutuamente”.[4]
Es debido a esta concepción que los antiguos mesoamericanos podían asimilar
tan fácilmente las otras culturas, pues el hecho de que entrara a su región
alguien totalmente distinto a los autóctonos; hacía que pensaran en una
complementación y no en una invasión.
Bajo
esta afirmación, se concluye que si había un mito que explicara el nacimiento
del sol, había el que explicaba el de la luna recayendo esto, en el día y la
noche. Y hay diversos ejemplos de esta dualidad, como lo son la vida y la
muerte, lo masculino y lo femenino; todo ligado a una complementariedad,
alimentando su espíritu comunitario.
Después
de revisar los aspectos generales del mito mesoamericano, puedo afirmar que
para los hombres de esos tiempos, no se trataba de una simple narración de cómo
fue que surgieron todas las cosas, o hacia donde se dirigían cuando marchaban
del mundo terrenal. No era una simple explicación acerca del florecimiento de
las plantas, del nacimiento de un nuevo integrante de la familia, o de la
procedencia de la lluvia.
Era
una forma de vida, una creencia fuertemente arraigada a cada pueblo. Había un gran
sentimiento de fe en cada relato mítico, mismo que a partir de esto; le daba un
verdadero sentido de vida a la sociedad.
REFERENCIAS
DUVERGER,
Christian. Mesoamérica. Arte y
Antropología. Ed. Conaculta. Francia. 1999.
KRICKEBER,
Walter. Las Antiguas Culturas Mexicanas. Ed.
Fondo de Cultura Económica. México. 1961.
LEÓN
– PORTILLA, Miguel. “Mitos de los Orígenes en Mesoamérica” en Arqueología Mexicana.
[1]
LEÓN – PORTILLA, Miguel. “Mitos de los orígenes en Mesoamérica” en Arqueología Mexicana. v. 10. n° 56. Ed.
Raíces S.A. de C.V. México. 2002. p. 21
[2]
DUVERGER, Christian. Mesoamérica. Arte y
Antropología. Ed. Conaculta. Francia. 1999. p. 63
[3]
KRICKEBER, Walter. Las Antiguas Culturas
Mexicanas. Ed. Fondo de Cultura Económica. México. 1961. p. 128
[4]
DUVERGER. op. citus. p. 64
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