domingo, 15 de abril de 2012

“Los sacrificios y las guerras como elemento dual de vida y muerte en el Mundo Mesoaméricano.”


Facultad de Historia del Arte.



 Los sacrificios y las guerras como elemento dual de vida y muerte en el Mundo Mesoaméricano.



ENSAYO PARA APROBAR LA MATERIA DE ARTE PREHISPÁNICO DE MÉXICO.





Presenta:

Gabriela Esteban Rodríguez.





Profesora:

Ireri Ortiz Silva.





Morelia, Michoacán; 16 de abril del 2012





“Los sacrificios y las guerras como elemento dual de vida y  muerte en el Mundo Mesoaméricano.”



La historia, cosmogonía, cosmología y el arte del antiguo Mundo Mesoamericano puede llegar a presentarse ante nuestros ojos como algo inexplicabable, asombroso, único e inesperado, sentimiento al que Octavio Paz denominara como “extrañeza”[1], aquello que no podemos comprender en su totalidad, que comienza por medio de la sorpresa y culmina con una serie de interrogantes que asipiramos resolver.

Dentro de este rubro podemos ubicar a la perfección, los sacrificios humanos de carácter ritual, lo cuales se presentan abominables y han provocado la desaprobación de más de uno; no sólo a la llegada de los españoles, sino inclusive en la actualidad se sigue mal interpretando la finalidad y la manera en que eran llevados a cabo.

“Fray Bernardino de Sahagún, exalta las virtudes morales e intelectuales de los indios… Sin embargo, al llegar al tema de sus creencias y sus ritos, no vacila en decir que han sido inspirados por el demonio y que son una caricatura abominable de los misterios cristianos.”[2]

Sin lugar a dudas, el sacrificio humano es una práctica difícil de comprender para una supuesta sociedad “civilizada”, sin embargo es importante considerar el contexto histórico en el que estas civilizaciones se desarrollaron, así como, los matizes y significados que esté ritual sagrado representaba para ellos.

“El sacrificio tiene una lógica, la cual, atendiendo a la génesis del pensamiento, podemos reconstruir.”[3]

Recordemos que el mito cumplía con la función de explícar todos aquellos fenómenos de la naturaleza que les rodeaba y la cual les parecía divina e inexplicable, así mismo se convirtió en la base de una compleja organización social, religiosa, política y militar.

El sacrificio toma un papel protagónico a partir del mito de la quinta creación del mundo, en el que los dioses se reúnen en Teotihuacan y dos de ellos se arrojan a la hoguera convirtiendose en el sol y la luna; pero aún era necesario el sacrificio del resto de los dioses para poner en movimiento a los astros y a todo el universo que hasta el momento permanecían estáticos.

Y como olvidar la continúa lucha de contrarios; donde las estrellas deben ser vencidas y sacrificadas para que el sol pueda beber de la sangre derramada y así vencer a la noche.

Los mexicas le atribuían la representación del astro rey a Huitzilopochtli, la de las estrellas a los 400 Surianos y la luna a Coyolxauhqui.

“La luna sufre mutilaciones (cuarto creciente, cuarto menguante, etcétera) y se identifica además con lo femenino, carácter que también tiene la Luna. Es, por lo tanto, muy lógico que el combate se realice en la noche y las estrellas sean dispersadas en el cielo, para que el Sol, surja triunfante por el oriente”[4]

Es aquí donde se nos hace manifiesta la función del sacrificio como vehículo para crear, mantener y transformar el mundo.

Para estás culturas, la vida no era más que un rito, por lo que el hombre se encuentra destinado a reproducir las acciones de los dioses, y con esto el gesto fundador del mundo, que implica no sólo el autosacrificio, sino la guerra en sí misma.

También nos es importante destacar que la responsabilidad era proporcional al rango y a la posición social que se ocupaba en la sociedad; ya que es probable que,  el príncipe, el guerrero y los sacerdotes, al encontrarse en mayor contacto con los dioses tendrían que tener una mayor responsabilidad en la tarea de recrear y matener el mundo.

Es así, como podemos tener plena conciencia de que el destino del guerrero noble hecho prisionero tras perder la batalla, se encuentra destinado a la piedra de sacrificios, derramando su  valiosa sangre en nombre de los dioses y permitido así, continuar con otro ciclo de vida.

Sin lugar a duda, si aspiramos a lograr un pleno entendimiento no sólo de los sacrificios humanos y la guerra, sino de todas las impresionantes muestras de pensamiento y arte mesoaméricano, debemos tratar de asumir una perspectiva propia a esa civilización a la que acertadamente el Dr. León Portilla denominaría como “originaria”[5]; olvidandonos un poco de esa concepción occidental de vivir y ver el mundo.

“Para entender la lógica que subyace en el sacrificio humanano hay que observar primeramente cómo estos esquemas determinaron la concepción de los ciclos de la naturaleza en el México Prehispánico.”[6]

Ciclos, rituales y sacrificios que podemos ver plasmados en relieves, muestras de cerámica, orfebrería, escultura, lapidería y todos aquellas manifestaciones artísticas de carácter ritual, religioso y guerrero, han sido herramientas fundamentales para el estudio del enigmático mundo Mesoaméricano.




Bibliografía

Ibarra García, Laura. «Los Sacrificios Humanos. Una explicación desde la Teoría Histórico Genética.» Estudios de la Cultura Náhuatl., 2001: 341-358.

Moctezuma, Eduardo Matos. Vida y Muerte en el Templo Mayor. México: Fondo de Cultura Económica, 1998.

Paz, Octavio. Los Privilegios de la Vista II. México: Fondo de Cultura Económica, 2006.

León Portilla, Miguel, entrevista de Eduardo Matos Moctezuma. Discutamos México. Mundo Mesoaméricano (04 de Febrero de 2010).























[1] Paz, Octavio,  Los Privilegios de la Vista II,  Fondo de Cultura Económica,México, 2006, p.26
[2]Íbid., p. 27
[3] García Ibarra, Laura, Los Sacrificios Humanos. Una explicación desde la Teoría Histórico Genética, Estudios de la Cultura Náhuat, 2001, p.342
[4] Matos Moctezuma, Eduardo, Vida y Muerte en el Templo Mayo, Fondo de Cultura Económica, México, 1998, p.73

[5] León Portilla, Miguel, entrevista de Eduardo Matos Moctezuma. Discutamos México. Mundo Mesoaméricano (04 de Febrero de 2010).
[6] Ibarra García, Laura, op. cit, p. 344

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