domingo, 15 de abril de 2012



El mundo prehispánico en la historia del arte.


Karla Cisneros Rodríguez





Como en todas las culturas, la preservación del pasado es algo muy importante. Ésta es posible no solo por crónicas o escritos acerca de los sucesos que acontecieron en cada lugar, sino también por su arte escultórico, arquitectónico, cerámico, pictórico, musical y hasta textil.

La conservación de piezas fabricadas por antiguas culturas, se da gracias a la necesidad por responder el "¿de dónde venimos?" que se planteará en un futuro y esto ha sido así durante muchos años. Sin embargo, ésta importancia también se puede clasificar por niveles o grados, dependiendo la civilización o el tipo de pensamiento que hay en el país en el que nos queramos ubicar. 

Como bien dice Beatriz de la Fuente en su texto Para qué la historia del arte prehispánico;

"¿Por qué busca el hombre? Puedo decir que para definirse a sí mismo en un largo y heredado proceso de autoconocimiento. Como necesidad fundamental y vital, la curiosidad ha incrementado la sabiduría colectiva de la humanidad. [...] Al preguntarse el hombre por sí mismo y al indagar sus orígenes, se inicia un sendero interminable de la historia, ya que, desde sus principios, plantea las mismas inquietudes básicas y nace de la misma curiosidad innata."

Pero ésta curiosidad pudiera considerarse escondida, o mejor dicho, reprimida por la interposición de ideologías culturales ajenas a las que ya se tenían aquí en nuestro territorio, atacando principalmente las concepciones religiosas. ¿Por qué la religión? Simplemente porque se tenía conciencia de que en muchas otras civilizaciones lo divino era algo primordial en su vida, y en la cultura mesoamericana no había excepción alguna de ello. Nos atrevemos a asegurarlo, basándonos en las artes plásticas; oposición, asimilación y sincretismo como resultado final.

Sin embargo, la verdad tiene que salir, explota todo lo acumulado y comienza una revolución mental en el hombre. No se puede negar lo ya innato como la curiosidad, propiciándose por los hallazgos que empiezan a manifestarse poco a poco por extranjeros o hasta por los mismos mesoamericanos, recordemos entonces el caso de la Coatlicue Mayor.

La población entera pregunta, pregunta y pregunta, más de uno investiga, debido a que no les es suficiente la poca información que apenas se tiene registrada. Aquí es donde comienza el trabajo de los antropólogos e historiadores. Aquí es donde debería considerarse el comienzo también del trabajo de los historiadores del arte. Octavio Paz definiría muchas cosas en una frase, independientemente de que se refiera simplemente al recorrido de la Coatlicue en la historia como diosa, después demonio, luego monstruo y por último, obra maestra. Y es que pasa en muchas ocasiones, piezas que se intentan ocultar por el miedo que provocan, ese miedo a lo desconocido, que lamentablemente aún existe. Luego se recapacita y se entiende que no se puede perder la pieza y termina por ser venerada, exhibiéndose en algún museo con un recinto especializado.

Esas estatuillas, vasijas, máscaras y pirámides se convierten no solo en algo bonito para ver, sino en un registro histórico indiscutiblemente. Aunque lo que si se llegó a discutir fue el significado de sus simbolismos o usos mismos. Lo que se ha dicho de cada vestigio es infinito, pero al final se termina teniendo un concepto menos ambiguo que es el que determina el significado y función de cada expresión.

Sofía Martínez del Campo Lanz en Las máscaras mayas de mosaico de jade lo expresa de forma concisa, dando paso así a la importancia de la intervención de los restauradores;

“En el campo de la conservación y la restauración del patrimonio cultural, las expresiones plásticas, utilizadas como un recurso narrativo de los acontecimientos históricos-mitológicos, mediante el uso de símbolos que expresan los conceptos de manera abstracta, deben ser consideradas como elementos esenciales de los objetos y despertar en el restaurador el interés por acceder a la historia de la pieza y a las razones que dieron lugar a su creación.”

Un propósito que no solo debe ser alcanzado por ellos, también por los historiadores del arte para hacer motivar esa curiosidad en los hombres que ignoran realmente los orígenes de su sangre.

Muchos tienen conocimiento de éstos hechos, pero la mayoría de la población desconoce muchos registros más, puede llegar a decir con un canto o poema algo que le pregunte un extranjero, pero muchas veces no sabe a ciencia cierta de qué es lo que habla. O pasa lo contrario, solo ellos saben de qué hablan, pero muchas otras personas ajenas a su mundo no entienden absolutamente nada.

Ellos tienen amplio conocimiento de sus raíces no por las investigaciones científicas, sino gracias a ese gusto por pasar de generación en generación su historia de forma oral, o con expresiones pictóricas en objetos cotidianos. Podría dar un pequeño ejemplo de lo último citando a Laura Suárez Pereyón Aveleyra en su texto Restauración de cerámica arqueológica;

“La cerámica ha acompañado al hombre a lo largo de la historia, se encuentra en muchas actividades de la vida cotidiana en forma de utensilios domésticos para almacenar, contener y cocinar alimentos.”

Si éstas piezas solo fueran utilizadas y no resguardadas, todo registro se hubiera perdido, si las esculturas o edificaciones se hubieran provocado a derrumbar, igual se hubiera perdido mucho. ¿Qué tendríamos de nuestro pasado? Tal vez nada.

La historia del arte no solo estudia en qué periodo se ha creado una obra, también le incumbe la historia misma de la civilización que representa esa pieza, Esto lo podemos lograr gracias a lo que se plasma pictóricamente en la cerámica, la arquitectura, la escultura y en la pintura misma.

Con todo esto, alcanzamos a responder un porcentaje de la enorme pregunta que se menciona en un principio, el panorama se comienza a delimitar y empezamos a apropiarnos de un origen propio. No solo en la cultura oriental o en la europea se puede conseguir esto, en la cultura mesoamericana también, y más por la originalidad que se aprecia gracias a los estudios mismos que se han realizado a los hallazgos en nuestro territorio. 

Se empieza a tener una identidad, empieza el orgullo mesoamericano, el orgullo prehispánico. Ya podemos hablar más de nosotros mismos y no de conceptos que adoptamos por la invasión que sufrimos. Todas las culturas son importantes, podemos rescatarlas gracias a sus expresiones plásticas, expresiones que se pueden difundir por miles de personas.





Referencias


De la Fuente, Beatriz
Para qué la historia del arte prehispánico
Instituto de Investigación Estéticas, UNAM, No. 89, México, 2006.  

León-Portilla, Miguel
Los Antiguos Mexicanos, a través de sus crónicas y cantares
Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 2009.

Martínez del Campo Lanz, Sofía
Las máscaras mayas de mosaico de jade.
Vol. XVIII. No. 108, pp 43-47, Revista de Arqueología Mexicana
México, 2011.

Suárez Pareyón Aveleyra, Laura
Restauración de cerámica arqueológica.
Vol. XVIII, No. 108, pp 38-42, Revista de Arqueología Mexicana
México, 2011.

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