domingo, 15 de abril de 2012


Jazmín Itzel Medrano Rodríguez LHA Ensayo final



Una civilización extraña

Para el estudio cualquier civilización es necesario conocer cada una de las partes que la conforman, su origen, cultura, arte, creencias, etc. y Mesoamérica no es la excepción.
En el presente ensayo se analizarán aquellas características tan particulares que forman parte del rompecabezas, aún incompleto, que es Mesoamérica.


Primeramente, es necesario comprender todo lo que encierra el concepto ‘Mesoamérica'. Desde hace varios años se comenzó el estudio de este concepto y de la misma manera fue cambiando su definición, sin embargo, había algo que permaneció constante ante las variaciones: Esta extraña e hipnótica civilización se trataba de una amplia unidad cultural.
Fue hasta 1943 que Paul Kirchhoff definió el concepto tal como lo conocemos hoy en día:

“Mesoamerica [...] designa un conjunto de pueblos que ocuparon lo que en nuestros días es el centro y el sur de México, hasta Yucatán, Chiapas, Belice, Guatemala y Honduras”. [1]

Kirchhoff no la nombro una civilización como tal, la estudió cómo una “alta cultura” que comparte rasgos o elementos entre sí, no obstante, en este ensayo nos referiremos a Mesoamérica como una civilización para evitar conflictos de cualquier tipo.

Diferente a las culturas del Viejo Mundo nos encontramos con una Mesoamérica independiente, lejana al resto del mundo, por lo tanto, es ajena a cualquier influencia externa en su cultura; Ese aislamiento creó una civilización con un desarrollo diferente en su totalidad a los vistos anteriormente.
La originalidad, el amplio desenvolvimiento social, el comercio a corta y larga distancia, la organización política y sus impresionantes ciudades dejaron extrañados a aquellos conquistadores españoles, sus ojos veían sorprendidos y a la vez horrorizados aquello que tenían enfrente.

Si bien, ya sabemos lo que acuña este complejo concepto, ahora es tiempo de adentrarnos de lleno en esos elementos o características que se compartían dentro de la magnifica civilización. Paul Kirchhoff enlisto unos 44 ‘rasgos culturales’, no analizaremos todos, sólo nos dedicaremos a aquellos que han marcado considerablemente el estudio de Mesoamérica. Cabe mencionar que sí hubo variaciones entra cada pueblo pero nunca se rompió la continuidad de la civilización ni esa unidad de pensamiento.
Tratar de sumergirnos en Mesoamérica sin detenernos a echarle un vistazo a los incontables mitos, es prácticamente imposible ¿por qué? porque

“La explicación de los fenómenos que lo rodean se van a encontrar en el mito. Éste contiene la respuesta a los principales problemas que se plantean”. [2]



Cada uno de los mitos se han clasificado según su temática, están aquellos que relatan el surgimiento de los dioses, los que hablan del origen del universo o aquellos que se refieren a la creación del hombre y por último aquellos correspondientes a lo que ocurre con el humano después de la muerte.
No nos detendremos a analizar detalladamente cada mito, haremos hincapié en algún mito de origen del hombre que sustente las creencias, actividades y creaciones de esta hipnótica civilización.
En la mitología mesoamericana, el nacimiento del hombre varía, sin embargo, el origen de todo siempre es operado por los dioses, ellos pasan a ser los protagonistas del relato.
El mito, es la explicación de la realidad, la ventana para que el hombre vea lo que le rodea y tenga conocimiento de lo que está más allá, para que tenga una visión estructurada del cosmos, por decirlo de alguna manera, el mito es el detonante de la practica de sacrificios, del espíritu guerrero, el marcado pensamiento cíclico, la dualidad que está tan presente y su hermoso arte.



A continuación, se pretende hilar cada uno de los elementos mencionados anteriormente y para ello, partiremos de lo que se relata en el mito mexicano. Es cierto que no podemos generalizar con un mito toda la civilización, sin embargo, este mito es solo el detonante de todo aquello que sí se considera parte del cuerpo de los 'rasgos culturales'
En el mito mexicano se relata como dos dioses se arrojaron a una hoguera convirtiéndose en el sol y la luna, el resto de los dioses que estaban presentes en Teotihuacan se percataron de que el universo estaba paralizado, ante está situación optaron por sacrificarse para que todo se pusiera en movimiento y así fue, sin embargo, el sol para no desfallecer debía alimentarse con la sangre de las estrellas presentes en el firmamento.
De este mito rescataremos tres rasgos:  primero, la noche y el día como guerra celeste y dualidad; Segundo la presencia cíclica.
Si transportamos este mito a la realidad, nos percatamos de que está ampliamente relacionado  con los sacrificios que se realizaban, y es que esta labor en el mundo mesoamericano era el eje de la vida religiosa.
La ideología del hombre mesoamericano era que por medio de esta acción ellos podían colaborar con los dioses y por ese miedo a que el universo pereciera, alimentaban al sol con su sangre, es importante mencionar que hasta en este momento estaba presente esa jerarquía característica, ya que entre más alto estuviera el hombre en la pirámide social, por ejemplo, los sacerdotes, sus responsabilidad en cuanto a mantener el mundo aumentaba. Recordemos que el fundamento del sacerdocio era la religión.
La guerra también está ampliamente relacionada con la religión lo que a su vez la enlaza directamente con los sacrificios, el objetivo primordial de una batalla nunca fue conquistar o aniquilar a un pueblo completo, el objetivo era someterlo y ofrecerlo en sacrificio.
Del mismo mito que hablamos anteriormente surge la relación entre la guerra y el dualismo que está patente desde los inicios de la civilización. Aquellos dioses que se convirtieron en el sol y la luna son conocidos como un águila (el sol) y un jaguar (como sol nocturno) con los cuales se relaciona a los guerreros que presentan habilidades excepcionales para la batalla y aunque esta comparación predomina entre los Toltecas y los Teotihuacanos no es de ellos exclusiva, puede que no aparezcan representaciones idénticas pero siempre habrá una característica que se relacione con los dos animales sagrados.



Todos los factores mencionados con anterioridad nos dirigen a aquello que no ha dejado de sorprendernos, la creación artística del hombre mesoamericano.
El arte prehispánico mexicano surgió como conciencia de la muerte, su objetivo era pervivir por muy paradójico que esto suené. Casi todas sus representaciones, si no es que todas,  aluden a la guerra o a ritos relacionados estrechamente con la religión.
La arquitectura es de las artes más representativas, en primer lugar por el tiempo que ha perdurado y en segundo lugar por la función que cumplían.
La observación tan detenida de todo lo que rodeaba su hábitat, influyó en la construcción arquitectónica como réplica del mundo natural. El mayor ejemplo de ello son las pirámides, ya que están inspiradas en las montañas tanto en la forma cónica como en el tamaño inmenso, el objetivo de esta obra era fungir como templo, tumba o como lugar donde se llevaban a cabo sacrificios, de ahí que cada pirámide represente el cielo y el inframundo.  
Aunque las pirámides son emblemáticas en la civilización Mesomericana, no es lo único en cuanto a arquitectura se refiere. El juego de pelota es parte importante de estas ciudades-estado, este espacio estaba destinado a realizar un rito que representaba la batalla entre dos deidades, un protagonista y un antagonista, el día y la noche, lo bueno y lo malo.
Las figuras geométricas que conformaban estos espacios son el reflejo de que su conocimiento acerca de las matemáticas era excelente y no solo lo expresan en estas construcciones si no en el desarrollo de un sistema calendarico tan exacto.
Tanto las pirámides y el juego de pelota son de carácter religioso, en la pintura, escultura y códices, el panteón mesoamericano es representado incontable número de veces y si bien sabemos no tienen el mismo nombre fueron venerados con ritos parecidos, y es que como no venerarlos si ellos tenían el poder de apagar el Universo si así lo querían.  



Como lo habíamos mencionado anteriormente, el arte es el testimonio de lo que pensaban, es el punto donde se funden el poder y lo sagrado, es ese código que nos abre las enormes puertas hacía una civilización formada por diferentes piezas en donde si falta una todo pierde sentido, una civilización que nos ha dejado un gran legado cultural, una civilización tan original que con mucho atrevimiento podríamos llamar un ‘fenómeno único’.


REFERENCIAS


Discutamos México. El mundo Mesoamericano (04 de febrero del 2010)


MATOS MOCTEZUMA, Eduardo. Vida y muerte en el Templo Mayor. Ed. FCE, Tercera Edición, primera reimpresión, México, 2003.

PAZ, Octavio. Los privilegios de la vista II, Cap. I El águila, el jaguar y la virgen. Introducción a la historia del arte de México, Ed. FCE, cuarta reimpresión, México 2006.


ROMERO CONTRERAS, Tonatiuh. ÁVILA RAMOS, Laura. Mesoamérica: Historia y reconsideracion del concepto. Ciencia Ergo Sum. Universidad del Estado de México. Toluca, México. Noviembre, volumen 6. 1999. pp 233-242.


WESTHEIM, Paul. Ideas fundamentales del arte prehispánico en México, Ed. Alianza, Madrid, 1987. 





CITAS

[1] MATOS MOCTEZUMA, Eduardo. Vida y muerte en el Templo Mayor. Ed. FCE, Tercera Edición, primera reimpresión, México, 2003, p. 37. 
[2] PAZ, Octavio. Los privilegios de la vista II, Cap. I El águila, el jaguar y la virgen. Introducción a la historia del arte de México, Ed. FCE, cuarta reimpresión, México 2006, p. 29.










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